La ESCUELA AUSTRIACA y la T.R.E.

escrito por Carlos Bondone

(El siguiente texto fue la ponencia que presenté en el Congreso Internacional: “La Escuela Austríaca en el siglo XXI” llevado a cabo en la ciudad de Rosario, Argentina los días 28, 29 y 30 de setiembre de 2006).


TEORÍA DE LA RELATIVIDAD ECONÓMICA
(Nueva teoría austríaca monetaria y del tiempo económico)

Vaya entonces esta apretada síntesis introductoria de las teorías que desarrollo en forma completa en el libro “Teoría de la relatividad económica – Solución a las crisis monetarias – Crítica a las teorías económicas actuales: austríacos, keynesianos y cuantitativistas”, que surgió inicialmente como una teoría monetaria alternativa a la del siglo XX, desembocó inevitablemente en el replanteo de la macroeconomía derivada de aquélla, y concluyó en el descubrimiento más relevante: teoría del tiempo económico.

Diagnóstico de la Escuela Austríaca a fines del siglo XX, que debemos considerar como punto de partida para el siglo XXI.

Si bien los conocimientos aportados por la Escuela se han constituido en el basamento de la economía como ciencia, es evidente que la vida económica actual ― en todos sus estamentos (científico, académico, político, intelectual, institucional, etc.) ― está dominada por principios diferentes a los aportados por el conocimiento “austríaco”.

Si tuviésemos que precisar las causas centrales de dicho estado de cosas, apuesto a que la esencia del problema está en la insatisfacción que muy bien expresara Hayek sobre el estado de la teoría monetaria, que hoy se refleja claramente en que no hay una teoría “generalmente” aceptada como válida, en el sentido de que exprese el pensamiento de la Escuela como generalmente aceptada por ésta. En otras palabras, la Escuela Austríaca no tiene una teoría monetaria (y más importante, del tiempo económico) que pueda ser presentada como representativa de “su pensamiento”, como sí lo tiene en otros temas (valor subjetivo, mercado, capital, Say, etc). Por todo esto, vemos distintas teorías monetarias conviviendo dentro de la misma Escuela, lo cual no sería un inconveniente en sí, si lo analizamos desde el punto de vista de la libertad de opinión, pero sí es un problema muy serio cuando advertimos que muchas de estas teorías, “alternativas”, se presentan en nombre de la Escuela y sus fundamentos son propios de las que se pretende rechazar (léase keynesianos y cuantitativistas).

El estado de confusión de las teorías monetarias “austríacas” vigentes, viene de la mano de lo que he descubierto en mis investigaciones, las cuales resumo a modo de introducción de mis teorías diciendo que, el error surge de compartir los mismos términos primitivos de las que se nutren los keynesianos y cuantitativistas, y ello sustentado en dos aspectos fundamentales: 1) por desviarse de los términos primitivos básicos de la teoría del dinero de Menger (de fines del siglo XIX), en lugar de “completarla” con una teoría de la moneda más amplia (quedando aquélla como parte componente de ésta); y 2) de resulta del “olvido” de los términos primitivos monetarios austríacos de Menger, la Escuela desarrolló en el siglo XX todo un andamiaje ad-hoc de la teoría monetaria, cuyos sustentos están nutridos de los mismos errores “básicos” que adolecen el resto de las teorías desarrollada por las otras escuelas.

A partir de este estado de cosas, inadvertido por cierto por los discípulos de Menger, es que intentaron retornar a él y en ese loable derrotero (sostener la libertad, la teoría del valor subjetivo, etc.) debieron recurrir a todo un andamiaje teórico inconsistente, complejo y contradictorio que los llevó a callejones sin salida, teorías ad-hoc, sustentarse en los mismos términos primitivos equivocados que las escuelas a las que pretendieron combatir, etc. Lo más relevante de este estado de cosas, es que equivocar en la teoría de la moneda es equivocar en todo lo atinente a entender la economía del hombre en sociedad, la llamada “macroeconomía”, que es el tema dominante por excelencia en todos los estamentos de la vida económico-social.

Por todo lo expresado, es conveniente iniciar el siglo XXI con una teoría monetaria y del tiempo económico más solvente, lo cual nos permitirá apreciar con mayor magnitud el resto de los conocimientos aportados por la Escuela Austríaca, a la vez que refutar con argumentos más contundentes ― no sólo cuestión de expresión gráfica marketinera ― a las teorías que consideramos desacertadas.

Como parte final de la introducción, deseo destacar que la síntesis del error parte de no advertir que el estudio de la economía debe poner en el centro al tiempo económico, y no al dinero, el cual es un bien económico más como cualquier otro, y que el no haberlo observado así ha llevado al extravío de las teorías. El dinero no es el bien económico tan especial, como lo trata la teoría.

TÉRMINOS PRIMITIVOS AUSTRÍACOS

A modo de síntesis podemos decir que la Escuela adopta como fundamentos de sus teorías, los siguientes conceptos: valor subjetivo; capital; dinero (Menger); mercados espontáneos; precios intertemporales; y otros. En algunos aspectos dichas teorías podrán ser más o menos discutidas, pero, junto a otras, es indudable que son los estandartes de la Escuela.

ASPECTOS CENTRALES DE LA NUEVA TEORÍA QUE PRESENTO

Intercambios interpersonales: pueden ser de contado (se intercambian bienes económicos presentes: trueque y dinero) o a crédito (se intercambian bienes económicos presentes por futuros).

Liquidez: una vez advertida a ésta como una necesidad más a satisfacer ― la de disponer de un bien económico que permita superar el estado de trueque ―, lo demás se resume a estudiar al bien económico que la satisface, la moneda.

Moneda: es el bien económico que satisface la liquidez, que mejore el estadio del trueque. Así, la moneda puede adquirir la forma de dinero (bien económico presente) o de crédito (bienes económicos presentes por futuros).

Tiempo económico: aquí está contenida la que doy en llamar la Teoría de la Relatividad Económica (TRE), que dice: el tiempo económico es el único bien económico que no tiene vida por sí mismo, sino que siempre debe materializarse, sí o sí, en otro bien económico presente, situación que no se da en ningún otro bien económico, porque tienen existencia propia.

Interés: es el precio del tiempo económico, el cual está sometido a la TRE, lo que implica que es el precio de la moneda cuando se adopta al crédito como tal, pero nunca es el precio del dinero. De aquí se deduce directamente que no se debe tratar a la teoría de la moneda desde la óptica de la teoría del dinero (inconsistencia del modelo IS/LM).

Créditos Irregulares (CI): de todas las irregularidades que puede presentar un crédito, aquí sólo destaco la materialización final del mismo, es decir la irregularidad del crédito que no específica en el momento de su aparición, la calidad y cantidad del bien económico presente en que se cancelará. Derivemos luego las consecuencias de un sistema financiero montado sobre una moneda con forma de crédito irregular.

Ecuación de riqueza total: es la que nos lleva a expresar al ahorro como la sumatoria de todos los bienes económicos producidos por el hombre desde los comienzos de la historia, y no consumidos, hasta el día de hoy, lo que nos lleva a emparentar a dicha sumatoria neta, como equivalente a la riqueza o cantidad de bienes económicos presentes. De esta forma podemos decir que la riqueza acumulada es la sumatoria de ahorros netos (stock de riqueza), o que los ahorros son las variaciones de riqueza (flujo de riqueza), nos lleva a la ecuación contable de que S (ahorro acumulado o riqueza)= Consumo + Inversión (capital) + Atesoramiento + Dinero + Bienes de Cambio + (Cr-Dd: neto créditos y deudas), lo que equivale a la ley de Say sobre los stocks, así como el cuadro de resultados contable equivale al aspecto flujo de la misma ley. Esta ecuación nos hace insostenible pensar en el “equilibrio” S=I (como todo concepto de equilibrio), ya que todos los demás componentes (excepto I) del término de la derecha de la ecuación deberían ser cero. De esta ecuación surge el concepto de demanda amplia o total, sobre la que no me voy a extender, que explica la inconsistencia de conceptos como desocupación, subconsumo, y otros. Pero es importante destacar cómo se caen los postulados keynesianos con su mismo marketing de ecuaciones y gráficos. Teoría de los precios: existe un contexto teórico de los precios, más sencillo, que permite comprender y desplazar algunas construcciones teóricas vigentes (intertemporalidad de los precios; precios en el socialismo, etc.).

Deseo que el listado precedente se tome como una ligera exposición del total de las teorías desarrolladas, atento a su condición de ponencia.

TEORÍAS MONETARIAS Y MACROECONÓMICAS AD HOC (siglo XX).

Atento a las conclusiones de mis investigaciones, voy a presentar una breve síntesis de las teorías que someto a crítica, a fin de dar más solidez al camino de la Escuela Austríaca, o mejor dicho de la ciencia económica, cara al siglo XXI.

Teoría monetaria posterior a Menger.

Menger llega en su desarrollo monetario hasta su ya conocido concepto de dinero: “es la mercancía de mayor vendibilidad que se usa como medio de cambio” (el uso común le permite al ser humano no incurrir en costos entre el momento de su compra y el de su venta), que permite al hombre intercambiar los bienes que posee sin necesidad de recurrir al trueque (prácticamente imposible en sociedad).

De allí en más la teoría monetaria, y macroeconómica del siglo XX, adopta los siguientes postulados, axiomas o términos primitivos:

1) Toma como esencial la distinción entre cambio directo (trueque) versus el cambio indirecto (el que se hace con participación del dinero). Sin advertir que esa es una categoría útil para las finanzas pero no para la economía, cuyas categorías esenciales en el intercambio son el contado (intercambio de bienes económicos presentes, que se puede realizar mediante el trueque y el dinero) y el crédito (intercambio interpersonal de bienes económicos presentes por bienes económicos futuros).

2) Define en forma genérica al dinero como “todo lo que cumple la función del dinero”, adoptando como concepto de éste “el bien de cambio de uso común”, sin especificar si se trata de un bien económico presente o futuro; siendo esa falta de precisión la clave del extravío de toda la teoría de la moneda desarrollada en el siglo XX. Con ese criterio, todo lo que transporta es un vehículo, así un carro resultaría lo mismo que un automóvil. Tarea que los austríacos adoptan de Mises con sus sustitutos monetarios y lleva a tratar en forma confusa, a veces similar y a veces distinta, al dinero y al crédito (en el libro mencionado hago un estudio muy específico, hasta el punto de seguir el texto original de Mises, Keynes y Hayek, e intercalar sus aciertos y errores, a tenor de mis teorías).

3) Pone en el centro de la teoría económica al dinero, en lugar del tiempo económico, el cual sí es completamente distinto a los demás bienes económicos, por eso surge lo que doy en llamar “Teoría de la Relatividad Económica”, que una vez instalada despeja totalmente el camino de la moneda y nos presenta un campo teórico muy sencillo para continuar el desarrollo de hipótesis económicas a partir de los aciertos clásicos y austríacos, a los que se debe adicionar la “macroeconomía” que surge de la TRE y las demás conclusiones que de ella se derivan, presentadas en el libro mencionado, amén de las correcciones y nuevas hipótesis.

4) Del hecho de asimilar, confundir, o tratar confusamente a la teoría de la moneda y del dinero, o de confundir dinero con crédito, se trata al interés como el precio de uno u otro alternativamente.

De resulta de éstas, y otras consideraciones que presento con estas teorías, es evidente que se caen muchos de los teoremas y/o postulados, que sostienen todas las teorías actuales, resultando así un orden de cosas que me permiten expresar que las diferencias entre austríacos monetarios “post-Menger”, keynesianos y cuantitativistas, es de grado y no de esencia (entre otras cosas, debido a los aspectos señalados).

Teorema de la regresión de Mises: postula que el dinero, antes de ser tal, fue una mercancía y si queremos saber qué parte del valor actual de la misma corresponde a su función de dinero, tal cometido se logra con retroceder en el tiempo y ver cuánto valía en el preciso momento inmediato-anterior al que se comenzó a utilizar como dinero, es decir, como mercancía exclusivamente. Pues esto está en línea con lo que dijo Menger, que el dinero fue previamente mercancía (requisito no necesario en mi teoría, ya que puede comenzar siendo dinero sin haber sido mercancía, lo que da entrada sin corsé alguno a la cesta de bienes de Hayek). Pero eso no es característico del dinero, sino de cualquier bien que va aumentando su valor (precio) conforme se le descubren propiedades para satisfacer otras necesidades. Luego, cara al pasado, el que necesite saber cómo se compone la demanda total, atento a las parciales que la componen, para estudiar el mercado, allá él; y cara al futuro, no es necesario recurrir al “poder de compra” que tendrá en el futuro cuando me desprenda de él, porque ello le acontece a cualquier mercancía, ya que es la función que le asigna el agente económico, la de adquirirla para su venta, que no es más que su “poder de compra” o “poder de intercambio”. En síntesis, no es necesario tal teorema como específico del dinero, ni en el estudio de su pasado (valor anterior como mercancía), ni hacia el futuro (poder de compra). Atento a mi teoría, no hace falta teorema de la regresión alguno para el “especialísimo” dinero y desde allí poder aplicarle la teoría del valor subjetivo.

Teoría del equilibrio “de los dos mundos”: es lo que llevó a Keynes a desarrollar su teoría, la del mundo real y el monetario (que el llamó el mercado del dinero donde se determinaba su precio ― incorrectamente emparentado o asimilado al concepto del interés ―) y buscar el equilibrio de cada mundo (mercado) en particular y el de ambos combinados. Es obvio que no lo encontró, pero “descubrió” al desempleo (por eso tuvo que rechazar la ley de Say) como “variable de holgura” para lograr el equilibrio, que no existe y es en vano buscar (como lo es el estudio de comparar la tasa de interés natural o real, con la monetaria, como si fueran entidades distintas, lo cual sólo puede surgir de aceptar dos mundos distintos). Esta postura la doy en llamar la “solución del equilibrio”, atento a que era lo que se buscaba.

Es fundamental entender que acepta la teoría de los dos mundos a equilibrar (real y “virtual”) toda teoría que acepte, o no rechace desde el inicio sus fundamentos (como lo hace la TRE), los siguientes términos primitivos (aspecto central desde el cual se entenderá porqué los austríacos post Menger comparten, explícita y/o tácitamente, teoría con Keynes y Friedman): cambio directo distinto de cambio indirecto (en lugar de centrar el estudio en intercambio de contado y crédito); ecuación de riqueza parcial (en lugar de la total, que evita el estudio equivocado de conceptos como ahorro, atesoramiento, especulación, precaución, etc., ajeno a la contabilidad); definir confusa y alternativamente al interés como precio del dinero (y no del tiempo económico, que cuando se intercambia interpersonalmente se llama crédito, cuyo precio es el interés, el cual por ser tiempo económico está sometido a la TRE y hace que la relación interés y precios sean la misma cosa cuando se usa como moneda el crédito, como lo es el papel moneda y su expansión “secundaria” por los medios fiduciarios, así como evita la idea de Wicksell de infinitas tasas de interés, por donde se “filtra” Keynes y el inconsistente planteo del llamado mecanismo de transmisión dinero-precios-interés; aceptar o rechazar sin sustento adecuado la teoría del subconsumo (por ecuación de riqueza parcial y no total); no poder resolver la dicotomía de los precios de Patinkin (por no advertir que no existe); no poder entender el porqué las curvas IS-LM y sus derivados no pueden explicar los acontecimientos reales y por ello cayeron en desuso; plantearse como problemas, en sí y/o específicos del dinero, temas como ley de Gresham, ley de Say, paradoja de Gibson, los gráficos de Garrison, curva de Phillips, dinero endógeno/exógeno, interés cero (incongruencia de esa categoría en el hombre económico, ni qué hablar de la factibilidad de que sea negativa, lo que existe es apropiación indebida de riqueza ― directa con Papel Moneda e indirecta con Medio Fiduciario ―, monedas nacionales y bancos centrales versus banca libre y reservas 100 %, sin entender que lo esencial es el estudio de los créditos irregulares); dinero neutro (homogeneidad y proporcionalidad de la “expansión” monetaria, de imposible vigencia); aceptar o rechazar inadecuadamente la teoría cuantitativa del dinero ― en sus distintas versiones ―, sin entender el error conceptual de Friedman cuando nos explica la relación causal entre cantidad de moneda y los precios (basada en asimilar erróneamente riqueza presente y futura, es decir dinero y crédito); ocupación-desocupación; inflación-deflación-devaluación; el “problema de Locke”; pretender que no haya política monetaria o aspirar a que sea “neutra” con sistemas financieros irregulares; buscar la salida en el free banking y el incorrecto planteo de la cesta de bienes hayekiana (en lugar de atender con una teoría más solvente que centre el estudio en los sistemas monetarios regulares versus irregulares); etc.

Es evidente que todo esto se puede sintetizar diciendo que en la medida en que tenemos una nueva teoría monetaria (que presenta la teoría de la moneda en un escalón más general que la del dinero, el cual compite con el crédito para satisfacer la necesidad de liquidez, y éste a su vez puede ser regular e irregular) se nos replantea toda la macroeconomía que tenía sustento en las anteriores teorías monetarias (y ello es así porque moneda sí o sí intercambio interpersonal, y éste sí o sí macroeconomía). En otras palabras, toda la macroeconomía del siglo XX, fundada en las teorías monetarias del siglo XX, se replantea.

En el marco de las etapas de la teoría monetaria, quiero destacar las que considero como adecuadas (versus las de Hayek, en las cuales introduce todo el desarrollo del siglo XX): primera etapa: la teoría del dinero de Menger, que llega hasta identificar al dinero como moneda, al cual yo generalizo diciendo que el dinero “es el bien económico presente que se usa como moneda”; segunda etapa: la que ubica a la moneda (bien de cambio de uso común) como una categoría superior al dinero ya que permite incorporar como moneda al crédito, el que a su vez puede ser regular e irregular. Esta etapa surge como consecuencia de la aparición de la TRE. A su vez, esta etapa, expresa con total claridad que toda política monetaria deviene directamente en apropiación indebida de riqueza (directa con PM e indirecta con MF), y es el resorte económico más apetecible como factor de poder en perjuicio de la libertad.

Las teorías de la distribución “equitativa” de la riqueza deberán centrar su enfoque en los perjuicios que originan los sistemas financieros irregulares, que desestabilizan todo el sistema económico, no sólo la relación consumo inversión vía expectativas empresarias.

SÍNTESIS DE UN CAMINO AUSTRIACO MÁS CORTO Y SIMPLE.

Se tornan evidentes estas sencillas conclusiones (que no se agotan aquí):

1) Mis teorías son continuación de las de Menger, ya que él llegó hasta la teoría del dinero y desde allí continúo para desarrollar la teoría de la moneda, de la cual la suya es parte. No hay duda de que estas teorías constituyen la continuidad de la escuela austríaca, lo que lleva a recordar al gran Hayek, que terminó sus estudios monetarios reconociendo que no existía, y él no pudo elaborar, una teoría monetaria consistente, sólo atinó a decir, “creo que por aquí es el camino …”; pero es evidente que el tema arranca antes del planteo del free banking y la cesta de bienes, salidas prácticas, que sugiere como consecuencia de no estar provisto de teoría sólida (aspecto que reconoce desde el preciso momento en que las presenta).

2) La TRE y la nueva teoría monetaria nos “libera” de todo el andamiaje “macroeconómico” del siglo XX y nos permite evitar discusiones sobre problemas que sólo se originan con motivo de esas teorías. Vayan estos ejemplos cotidianos:

a) Paradoja del interés: lo de paradoja surge de la idea de solucionar el problema de la escasez generando mayor escasez, y lo del interés, porque se aplica a este ente económico por excelencia. En otras palabras, es el resumen de las políticas monetarias que se ven obligadas a subir la tasa de interés para solucionar el problema monetario (inflación). Por todo el arsenal teórico que sustentan las políticas económicas actuales es que vemos titulares periodísticos como el siguiente: Sube la tasa de interés en dólares – Se fortalece el dólar, pero si el dólar es un crédito, y si el deudor debe subir la tasa de interés para sostener su crédito, es evidente que es menos confiable, que su “fortaleza” ha disminuido. Es evidente que en mi teoría esto no resulta una paradoja.

b) Ahorro, atesoramiento, especulación y otros: son las herramientas claves para justificar la intervención del Estado, ya que sus variaciones alteran el nivel de precios y etc. … etc. Pues es imposible intentar desarrollar teorías en pos de mercados libres de la intervención del Estado, en la medida en que no se entienda con mayor profundidad cómo opera la realidad, que es entender que la teoría monetaria está en comprender la esencia, causas y efectos de los créditos irregulares, máxime cuando adquieren el status de moneda por monopolio estatal. Todas estas categorías económicas que se usan para justificar la intervención estatal, se originan (entre otras cosas) por ignorancia de la TRE y en aceptar la ecuación de riqueza parcial en que están sustentadas, y las políticas monetarias tendientes a “evitar” los “males” del mercado (“denunciados” por esa ecuación incompleta), son las herramientas desarrolladas en el siglo XX para subsanar los problemas derivados de esa teoría subyacente. Pues vía el concepto de ecuación de riqueza total, encuentro muy sencillo y contundente demostrar que no existe algo así como los dos mundos a equilibrar, a la vez que nos permite derrumbar todo ese andamiaje, inadecuado, en el mismo lenguaje popular ― que se le debe reconocer a la mayor y más “pintoresca” difusión del keynesianismo ― que nos muestran los gráficos y ecuaciones que llevan al inexistente axioma S=I, curvas IS/LM, curva de 45 º de Samuelson, etc.

En síntesis, si a los bienes económicos presentes de todo intercambio los aportan los propietarios de los mismos, es evidente que la única razón de ser de los sistemas financieros irregulares (PM y MF) es la manipulación, de los que detentan el poder, del tiempo económico de sus sometidos, donde manipulación es apropiación de riqueza (directa y/o indirecta). Por todo esto la nota de inicio del capítulo IX de “Teoría de la relatividad económica” reza así: “Los créditos irregulares son una herramienta totalitaria infiltrada en la democracia”, sustentada en el poder combinado de política-banca, que torna de imposible realización la idea de que los bancos centrales y “privados” sean independientes de los menesteres políticos, situación que no se soluciona con la idea de free banking, si no se va más profundo y se llega a los créditos irregulares. Luego, es improcedente el titular periodístico que dice “el sistema financiero expandió créditos en un 19 % respecto a …” ya que la realidad es inversa: “se expandió un 19 % el crédito puesto a disposición del sistema financiero, respecto a …”.

En síntesis, todo sistema financiero irregular, equivalente a lo que se conoce como política monetaria, implica apropiación indebida de riqueza, la teoría para entender la realidad no es más larga ni complicada.

Termino entonces este resumen diciendo que todo el esfuerzo de la Escuela Austríaca posterior a Menger fue como un intento de “volver” a Menger (como muestra vaya el teorema de la regresión) desde la teoría monetaria y macroeconómica del siglo XX que, desviada de aquél, sus discípulos adoptaron sin advertir.

Pues las teorías que presento, a la vez que son la continuidad de la teoría monetaria iniciada por Menger, demuestran que la idea no es “volver” a Menger, sino partir desde él.

Buenos Aires, Octubre de 2006.

carlosbondone@gmail.com

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